Cai lento pero seguro
Como si el lomo de mi caballo fuera una ladera por la cual me despeñaba
De pronto el sol me bailo en los ojos, pero sin ritmo, ni ton, ni son.
Y en mis caderas la cadencia ya no fluia, y eso no me permitio levantarme.
Solo sentia como agujas calientes, por cientos, atravesando todo mi cuerpo, al principio muy dolorosas, pero luego, tibiamente agradables.
Ya para este instante, el sol se habia apoderado de la voluntad de mis ojos y los jalaba hacia el. Si, hacia esa gigantesca y apacible luminosidad.
